El cauce reglamentario

 ¿Papel mojado?

La ORDENANZA MUNICIPAL DE PROTECCIÓN CONTRA LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA (del Ruido, para abreviar) se aprobó y publicó en el BOP en 2008. Una ordenanza que rige hasta el día de hoy, con alguna modificación promovida por el grupo socialista y algunas asociaciones vecinales (sentencia nº 39/2011, de 21 enero 2011, de Secc. 1ª, Sala C-A, TSJCV)

El partido que en ese momento gobernaba el ayuntamiento era el PP. Y la ordenanza era consecuencia de la Directiva 2002/49/CE  del  Parlamento  Europeo  y  del  Consejo,  de  25  de  junio  de  2002, cuya transposición culminó con el Real Decreto 1367/2007, de 19 de octubre, por el que se desarrolla la Ley 37/2003, de 17 de noviembre, del Ruido.

Ese hubiera sido el momento ideal para atajar los botellones. Un fenómeno que ya había empezado en los noventa. En Centroeuropa hubo uno o dos conatos en grandes ciudades, pero las autoridades se pusieron las pilas y han conseguido atajarlo hasta cierto punto. 

Curiosamente se conoce hasta el nombre de quien introdujo el botellón en Suiza; un estudiante español en un programa de intercambio, un tal Javier Martínez, vía Facebook. Las autoridades se pusieron las pilas en Suiza, y detuvieron inmediatamente a los promotores de los intentos de montar botellones. Después de eso, ya se cuidaban de convocarlos de forma anónima.

Las toneladas de basura dejadas por los botellones alertaron tanto a la población como a las autoridades, y aunque siguen produciéndose de forma esporádica, no se han consolidado. No como aquí.

Una nueva ley, o una nueva ordenanza en este caso, siempre es una buena oportunidad para cambiar las cosas. Pero si no va acompañada de protocolos, recursos, formación de quienes deben aplicarla, etc. se queda, como todo se queda en este país, en papel mojado (control de exportación de armamento, prevención de riesgos laborales, etc.).

Ignoramos si alguna vez se han impuesto multas a quienes incumplen los preceptos del artículo 13 en la calle:

.... no se consideran actividades vecinales tolerables: gritar, vociferar o emplear un tono excesivamente alto de la voz humana o la actividad directa de las personas, los aparatos e instrumentos musicales o acústicos, radio, televisión y otro tipo de electrodomésticos susceptibles de producir ruidos.

Se consideran especialmente gravosos los citados comportamientos cuando tengan lugar entre las 22.00 y las 8.00 horas.

Y en el artículo 65 se definen las infracciones, entre ellas:

...   Las infracciones a la Ordenanza Municipal de Ruido se clasifican en leves, graves y muy graves.

Son infracciones leves:

f.        Realizar comportamientos fuera de los comprendidos como actividades vecinales tolerables previstos en el art. 13, así como la instalación o uso de reproductores de voz, amplificadores de sonidos, aparatos de radio o televisión, instrumentos musicales, actuaciones vocales o análogas, en la vía pública sin la pertinente autorización.

 

Son infracciones graves:

a)      La reincidencia en infracciones leves.

Es decir, que para despejar las plazas y calles ocupadas por los participantes de los botellones o las verbenas espontáneas (que además son concentraciones ilegales en el lenguaje de la actualmente todavía no derogada "ley mordaza") no hace falta analizar el grado alcohólico de los mejunjes, ni comprobar si los vendedores ambulantes tienen licencia, ni ningún otro requisito. 

La Ordenanza es muy clara.

¿A qué juega la policía? 

Los vecinos están más que hartos de llamar a la policía a altas horas de la madrugada, y que no pase nada.

OJO: Llamar a la policía, al 092 o al 091, no es gratis, ni aunque tengamos tarifa plana para llamar a fijos: https://www.adslzone.net/2019/11/29/precio-llamar-112-policia-gratis-pago/

La obligación de la policía es la de hacer cumplir las leyes, y es obligación de la policía local la de hacer cumplir las ordenanzas municipales, incluida la del Ruido.

Cualquier profesional que se precie, cualquier empleado medianamente espabilado sabe que si no puede cumplir la tarea que se le ha encomendado, debe solicitar más recursos para llevarla a cabo. En caso de que el jefe considere que el que falla es el empleado, seguramente le cambie de puesto, o le asigne una tarea más sencilla. O incluso le despida. 

Y sin embargo, aquí no pasa nada. Noche tras noche algún vecino desesperado o asustado llama a la policía, y no pasa nada. Se les ha visto pasar en coche, y ni bajarse de él. Los y las participantes del botellón o de la verbena desaparecen como cucarachas, y como cucarachas reaparecen en cuanto la policía desaparece de su vista.

¿Alguien ha visto una manifestación de la policía local solicitando más recursos para desalojar a quienes perturban el preceptivo descanso nocturno? ¿Alquien ha visto que aparezcan decenas de furgonetas de la policía nacional más helicópteros de refuerzo para despejar una plaza, unas calles o unas avenidas cuando la policía local no consigue hacerlo? 

Claro que tras lustros y lustros de tolerancia con el botellón despejar la plaza un día y luego volver a la rutina no tiene ningún sentido. Para desgracia nuestra, el botellón forma ya parte de la rutina de mucha gente.

Hay que reclamar

Si la policía no hace su trabajo, hay que reclamar al jefe. Es decir, reclamar al ayuntamiento. Y debemos ser conscientes de que se reciben muchas quejas diariamente. Por eso, no basta poner una queja un día, y esperar que alguien reaccione. Los ayuntamientos, como cualquier empresa, sólo se ponen las pilas cuando arrecian las reclamaciones.

Si anoche has llamado a la policía, y te han despachado de cualquier manera, quéjate al ayuntamiento. Y si se han pasado a ver, y todo ha seguido igual, quéjate también. 

Todos estamos acostumbrados a tener que pasar alguna noche en vela porque los vecinos del casal fallero han montado una verbena que ha empezado a medianoche y tienen los decibelios a tope hasta altas horas de la madrugada. Especialmente en época fallera. Pero vivir en la plaza es como tener verbena fallera todos los días del año, salvo quizá un lunes o un martes. Y ningún ayuntamiento puede obligarte a aguantarlo un día tras otro sin quejarte.

En la asociación de vecinos de la avenida Valladolid (nº 42) están recogiendo copia de las reclamaciones al ayuntamiento (con su sello de registro de entrada) para poder hacer más presión.

El procedimiento a nivel autonómico

Los cauces que la Generalitat ofrece a nivel autonómico en su web son de traca: se limpian las manos y se quedan tan anchos. 

Si el ayuntamiento no puede solo, que pida ayuda

El problema de los botellones tiene muchas aristas, y muchas no son sólo de orden público. Son un problema sanitario por partida doble: por las conductas de los participantes (abuso de alcohol y sustancias, ritmo horario alterado) y por el sufrimiento de las víctimas de los botellones: los vecinos. En otro post ya mencionábamos los daños que la falta continuada de un sueño de calidad ocasiona a las personas.

Hay una vertiende muy importante y que no podemos olvidar: Tenemos una Administración de Justicia de pena. No tenemos legislación adecuada y suficiente: ni para etiquetar las infracciones y delitos, ni para perseguirlos, ni para sancionarlos. Tampoco tenemos recursos suficientes y adecuados, ni institucionales ni personales. Y muchas veces la policía, tanto local como nacional, se cansa de perseguir delincuentes y ver que los detiene una y otra vez en poco tiempo sin que el sistema penal los haya sacado de las calles.

Tiene una vertiente laboral: Los participantes o bien no trabajan o estudian, o si lo hacen, desde luego con un rendimiento ínfimo y peligro para sí mismos y los demás. Y al no dejar dormir bien a quienes sí trabajan de día, también están poniendo en riesgo su salud y la de la colectividad. 

También está la Universidad, en la medida en que siendo una institución educativa no es capaz de educar y formar a sus estudiantes, y para colmo no asume ninguna responsabilidad, ni civil ni educativa respecto de los estudiantes extranjeros que acoge (voluntariamente, no es ninguna imposición). 

Y finalmente, están las instituciones supralocales: autonómicas, nacionales, las distintas Consellerías, la Federación de Municipios y Provincias, etc. No digo que haya que llamar a la UME, que con los incendios y ahora el volcán ya tienen bastante. O con las riadas que de vez en cuando nos asolan.





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