¿sí se puede?

Un infierno: no poder dormir

Parte de los vecinos del barrio, y también de otros barrios de Valencia, viene, venimos, sufriendo en mayor o menor grado la falta de consideración de un número significativamente pequeño, pero no escaso, de conciudadanos. Falta de consideración que tiene como consecuencia la pérdida de calidad de vida y de salud que entraña el no poder descansar suficientemente. 

Una falta de consideración que es tolerada por las autoridades locales y por los responsables indirectos de las conductas incívicas en que se traduce tal falta de consideración.

No hay buena salud mental sin una buena calidad del sueño

No hace tanto que los responsables de la política sanitaria se han dado cuenta, por fin, de que la salud mental es una parte integrante de la salud general. Y que sin salud mental, no hay salud. Y los responsables de la salud mental no dejan de recordarnos de que una buena calidad del sueño es imprescindible para una buena salud mental.

Sin embargo, nuestras autoridades, es decir, el ayuntamiento y la policía local que depende del ayuntamiento no acaban de tomarse en serio la necesidad de descanso de los vecinos.

Si según la ordenanza el horario nocturno comienza a las diez de la noche, y el "horario de noche" a las once, el ayuntamiento no debería permitir la apertura de establecimientos o la instalación de terrazas que puedan generar molestias a los vecinos a partir de dichas horas. 

El deber y la obligación de los ayuntamientos

No se trata de pedir que los locales cierren a las diez o a las once, pero sí que las terrazas vayan cerrando antes de las once en zonas residenciales (zona residencial no es una zona noble, sino una zona en la que residen, y por tanto duermen, vecinos). 

Y que las autoridades velen por el descanso del resto de los vecinos, mediante

  • una pedagogía del respeto y del silencio, de modo que quienes entran o salen de los establecimientos lo hagan en silencio, sin dar voces ni portazos ni peguen acelerones bruscos o pongan la música del coche con las ventanillas bajadas
  • una pedagogía del respeto y del silencio, recordando a los titulares de los establecimientos que sus licencias están sujetas al civismo y consideración hacia los vecinos de sus clientes, y por tanto tienen igualmente un deber de "educar" a los clientes
  • la sensibilización y formación de la policía local en cuanto a la tolerancia CERO de las actitudes incívicas que suponen el perturbar el descanso vecinal
  • una actitud proactiva de la policía local, patrullando las calles en las que están situados los establecimientos con licencia de apertura en horario nocturno, disuadiendo, amonestando e incluso denunciando, si es preciso, a quienes rompen el silencio nocturno, y retirando el ayuntamiento la licencia si se demuestra incompatible con el descanso nocturno de los vecinos

Nada bueno nunca se ha conseguido gratis

Por otra parte, todas estas medidas, que tienen un coste y suponen un esfuerzo adicional por parte del ayuntamiento, sólo se implantarán cuando haya presión suficiente por parte del vecindario para exigirlas.

¿Cómo puede presionar el vecindario? Hay muchas formas de presionar, pero desde luego, no con una concentración de veinte vecinos a la puerta del ayuntamiento.

Tenemos que aprender a usar los recursos que tenemos. El primer recurso es la ordenanza municipal. Pero una ordenanza no es más que papel mojado, si nadie la aplica, ni nadie reclama su aplicación. 

En una ciudad de más de un millón de habitantes es complicado para los ciudadanos de a pie hacer presión sobre sus autoridades. Porque tenemos  pocos instrumentos a nuestra disposición. Además, no podemos contar con la ayuda de la prensa: no tenemos presupuesto para gastar dinero en publicidad, ni tenemos dinero para obsequiar a periodistas y directores de periódicos. Cosa que sí tiene la industria del ocio nocturno. 

Con lo cual, no pudiendo contar con los medios de comunicación locales, nos quedan las redes sociales y los recursos legales. Las redes sociales tampoco son un recurso fácil, porque la industria del ocio tiene contratados o cooptados a un gran número de "influencers", "comunity managers", "trafickers", "copywriters" que llenan las redes de ruido a favor de la industria del ocio nocturno. Hasta en la página de turismo del ayuntamiento puedes encontrar loas al ocio nocturno "after hours" de Benimaclet, por ejemplo. Al final sólo nos quedan los recursos legales. Reclamar al ayuntamiento TODAS Y CADA UNA DE LAS VECES que el ruido no nos deje dormir. 


El ayuntamiento tampoco es que nos lo ponga fácil, porque nos obliga casi a hacerlo todo por internet, y además obligando a usar certificados digitales, claves PIN, claves 24 h, y otras trabas parecidas. Pero son salvables.  (Aquí el enlace al sitio del ayuntamiento, si no te aclaras, pide ayuda)

Así que, si no puedes dormir por la noche porque los gritos, voces, etc. de la gente no te deja dormir, TIENES DERECHO A LLAMAR A LA POLICÍA. Sabemos que la policía en este momento, o eso dicen, no tiene suficientes efectivos para atender estas llamadas, porque además, nos dice, no son una prioridad. Entendemos que frente a la violencia familiar, reyertas con arma blanca, etc. la demanda de silencio no puede prevalecer. Pero el ayuntamiento tiene que entender y asumir que tiene una responsabilidad con la salud mental de la ciudadanía, y que una buena higiene del sueño es la primera medida de prevención. 

Alguna noche de insomnio se puede compensar, y ya tenemos las verbenas veraniegas y las fallas que no dejan dormir al resto de vecinos. Pero otra cosa es vivir junto a un pub que cuatro, cinco o seis noches a la semana genera trasiego de clientes ruidosos que vienen, van o se quedan charlando a la puerta. Eso sí es incompatible con una buena higiene del sueño, en especial en cuanto llega el calor y necesitamos abrir puertas y ventanas para que corra el aire. Y en un barrio humilde, como es el Benimaclet de toda la vida, las viviendas no tienen muros insonorizados ni ventanas dobles, ni aire acondicionado para el verano.

Lo que no debes hacer es llamar a la policía con falsos pretextos. Es decir, no se te ocurra llamar diciendo que se están peleando y has visto cuchillos. Si hay pocos efectivos, es INSOLIDARIO e IRRESPONSABLE llamar a la policía con pretextos. Pero no por eso dejas de tener derecho a llamarla. 

Al contrario. Toma nota de cuándo les llamas, y qué te dicen, y si vienen, y cuándo vienen. Porque la ley te pide PRUEBAS. Y todas tus llamadas a la policía son pruebas. Y si llevas un registro de la llamada, del motivo de la llamada, de lo que te han dicho, de si han acudido, y de cuándo ha cesado el motivo por el que los llamaste, entonces también podrás aportarlo como prueba. 

Quejarse al ayuntamiento con una instancia por un corrillo de veinte minutos al pie de tu ventana es un esfuerzo que seguramente no valga la pena, y acabará en una papelera, seguramente.

Pero si al cabo de media docena de veces que llamas y todo sigue igual, y sigues sin poder descansar, entonces sí vale la pena el esfuerzo presentar una reclamación por escrito. Desde la Asociación de Vecinos te animamos a poner una queja o reclamación, acompañada del registro de "incidencias". Y te invitamos a hacernos llegar una copia. 

Con las reclamaciones que pone la asociación de vecinos pasa tres cuartos de lo mismo. Si enviamos una nota de queja o pedimos una entrevista con la policía o el concejal de turno, nos la concederán, nos dirán lo mismo de siempre: que no tienen efectivos suficientes y que las leyes no les permiten mucho más, y nos iremos todos contentos a casa, con la conciencia tranquila de haberlo intentado. Y los vecinos afectados seguirán sufriendo el infierno de siempre. 

El ayuntamiento está jugando con fuego

Y recemos para que nadie tenga una salud mental precaria y acabe estallando y montando una escabechina porque no le dejan dormir. Afortunadamente, la población armada en este país se limita a los cazadores y a las fuerzas de seguridad. Pero también entre estos colectivos a veces hay personas con salud mental precaria que explotan: contra un jefe, contra una pareja (casi siempre), o contra el primero que se cruce en su camino cuando se les cruzan los cables.

Por eso sólo sirve una presión ciudadana continuada, con llamadas, instancias, reclamaciones individuales y colectivas. Como las redes sociales son volátiles, a veces este tipo de causas puede ganarse a algún agente multiplicador y ganar fuerza. Pero es complicado. Salvo en período electoral, la prensa sigue del lado de la industria del ocio. Y en estos momentos, además, la prensa puede volverse contra el ayuntamiento, obviando el hecho de que han sido lustros y décadas de tolerancia y connivencia con la industria del ocio las que nos han traido a la situación actual.

Porque no nos equivoquemos: el incivismo y la incultura ciudadana no nacen por casualidad, son también fruto de una acción educativa subliminal. Acción educativa que no tiene lugar en la escuela, sino en la publicidad que todo lo ha invadido: tv, radio, fútbol, carreras populares, vallas publicitarias, youtube, android, etc.  El "porque yo lo valgo", que que "si yo pongo dinero tengo derechos y a los demás, que les den", es el mensaje de la industria del ocio que no ha podido ser contrarrestado ni desde la escuela ni desde las campañas institucionales, cuando las hay. 

La bandera de la libertad es la que enarbola la industria del ocio para acallar cualquier consideración de salud pública y respeto al otro. Incluso algún partido, desde las instituciones, se ha apuntado a la consigna de esa libertad egoísta y sin escrúpulos. La libertad que pisotea y coarta los derechos de los demás, "porque yo lo valgo", "porque yo pago".

última hora:

conversación de esta misma mañana, jueves:

En realidad, lo que el policía dice tiene sentido: "quien calla, otorga" y por unos pocos que se movilizan / que nos movilizamos y a los que otros pocos apoyan o apoyamos, gran cantidad de conciudadanos callan y otorgan. Se limitan a echar la culpa al alcalde, convirtiéndose en "agentes electorales" de esa derecha que enarbola la bandera de la libertad y en "agentes publicitarios" de la industria del ocio, esa que echa balones fuera y se desentiende de las consecuencias de su actividad nocturna.




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