La inviolabilidad del domicilio y el derecho a la integridad física y psíquica, 1

Es parte del título de un documento publicado con motivo de las XXXI Jornadas de Coordinación de Defensores del Pueblo, celebradas en 2016 en Pamplona. El título completo es:

LA INVASIÓN DEL DOMICILIO POR RUIDOS: LA
INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO Y EL
DERECHO A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y
PSÍQUICA
 

Por su interés iremos comentando su contenido a lo largo de varios artículos de este blog. Comenzaremos por el punto primero:

I. EL FENÓMENO SOCIAL DEL RUIDO Y LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA


Casi al principio nos encontramos con este párrafo, con el que no podemos estar más de acuerdo:

Nuestra sociedad es, fundamentalmente, una sociedad de ruidos, provenientes de distintas fuentes. Como ha reconocido el Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), en su sentencia 80/2012, de 5 de marzo, “el hecho notorio de que España es uno de los países más ruidosos del mundo” revela “las dificultades que encuentran los ciudadanos para lograr una protección efectiva, no meramente teórica, contra el ruido. De hecho los aquí recurrentes intentaron sin éxito, antes de interponer su demanda, que fuese la comunidad de propietarios la que emprendiera la vía judicial”. También hay que mencionar que las clases sociales más afectadas por este tipo de ruidos son aquellas con menos posibilidades económicas. 

De hecho, la mayoría de los vecinos que se han acercado a nosotros con sus quejas se estrellan, en primer lugar, con sus propios vecinos, los de su comunidad de vecinos. Y es que parece que mucha gente tenga miedo a quejarse, miedo a protestar, miedo a quedar mal. Como si el ruido fuera un fenónmeno natural inevitable, como la lluvia o una tormenta.

 Cuando no es así, para nada. El ruido del que se están quejando muchos vecinos, y que no ven atendidas sus más que justas quejas, es generado, mayormente por una actividad industrial: la industria del ocio nocturno. Una industria que se desarrolla dentro de un horario protegido y reservado al descanso de los ciudadanos: el horario nocturno. 

Una industria que se aprovecha de una regulación insuficiente y una administración tolerante en exceso incluso con los incumplimientos de esa escasa regulación. 

Una regulación que no tiene en cuenta que la industria del ocio nocturno ocupa mucho más espacio que el del local en el que se desarrolla la actividad. Una regulación que sólo tiene en cuenta el interior del local, y su insonorización.

Una regulación que no tiene en cuenta el resto de normativas que afectan al funcionamiento de la industria del ocio. Porque está prohibido fumar en espacios públicos cerrados. Con lo cual, los fumadores son expulsados a la calle, pero nadie les recuerda que una cosa es salir a fumar, y otra cosa es montar corrillos y hablar a voces en la calle. Y en horario nocturno, cuando la gente está recogida en sus casas, y no circulan coches ni hay apenas ruido ambiental, las conversaciones reverberan contra los muros de las casas y rompen el silencio de la noche e impiden el descanso de los vecinos. Lo cual es especialmente gravoso en verano, cuando el calor obliga a abrir balcones y ventanas para que circule el aire.

Una regulación que no tiene en cuenta que para acceder a los locales los usuarios de este tipo de industria deben recorrer, a pie o en coche, la distancia entre su hogar y el local, o entre un local y otro. Eso significa coches que aparcan o salen, peatones que circulan por las calles, en especial en el casco histórico peatonal, sin que nadie les recuerde que deben circular en silencio, y no montar tertulias antes de entrar en el vehículo o durante el camino hasta el mismo. 

Y si tenemos en cuenta que la principal actividad de la industria del ocio nocturno consiste en vender bebidas alcohólicas, y que la inevitable consecuencia del uso, y aún más del abuso, del alcohol es la desinhibición, no sólo verbal, sino también fisiológica (mear, cagar, vomitar por las esquinas, a veces incluso follar), el ruido y la porquería están servidos.

Porque el subproducto de la industria del ocio nocturno es el ocio nocturno espontáneo, el de quienes no quieren o no pueden pagar las consumiciones y deciden que "la calle es de todos" y por tanto también suya. A veces incluso a las puertas de los locales "con licencia".

Los vecinos de Benimaclet y de otros barrios poco pudientes son víctimas de la inoperancia del ayuntamiento. A las quejas de los vecinos responde con cartas tipo recomendándoles que llamen a la policía. Cuando lo hacen se encuentran con que el operador o la operadora les dice que si van tardarán al menos dos o tres horas, y que para eso no vale ni la pena que vayan, porque no podrán hacer nada.

Con lo cual los vecinos son más que conscientes de que las ordenanzas son papel mojado. Si la policía no acude cuando se la avisa, para levantar acta y cursar la correspondiente denuncia, ¿de qué sirve establecer que ante un determinado número de denuncias se retirará la licencia? 

La siguiente descripción del problema que nos afecta en Benimaclet y en muchos otros barrios de Valencia, en los que la industria del ocio nocturno da servicio a muchos más ciudadanos de los que viven en el barrio, con el reclamo de "barrios de moda" acierta plenamente:

... durante las dos últimas décadas, las actividades de ocio y el turismo han creado nuevos puntos y nuevas fuentes de ruido. Como consecuencia de esta situación, el impacto de las medidas políticas aplicadas hasta ahora para abordar el problema del ruido está siendo anulado. Por regla general, las acciones comunitarias y de los Estados miembros en relación con el ruido ambiental han sido menos prioritarias que las aplicadas para solucionar otros problemas, tales como la contaminación atmosférica y del agua, a pesar de que las encuestas de opinión muestran que el ruido se considera una de las principales causas de la disminución de la calidad de vida. Ello puede explicarse en parte porque los responsables de tomar las decisiones no son conscientes de los problemas o no están familiarizados con los efectos del ruido, que no son espectaculares: el ruido no es catastrófico, sino insidioso.

Se citan toda una serie de efectos nocivos producidos por el ruido, y como conclusión:

Una población que no descansa ni duerme adecuadamente, no puede rendir en el trabajo y en los estudios a un nivel medio o alto, y está más predispuesta a padecer enfermedades o trastornos de tipo psicológico o psiquiátrico. En este sentido, la acción pública contra el ruido permite el ahorro de gasto en sanidad, mejora la salud de los ciudadanos y reduce o elimina el exceso de estrés; asimismo, permite mejores rendimientos en las actividades de aprendizaje educativo, etcétera
 
... mientras que en los casos de ruidos que soportan quienes se encuentran en la calle o en otro lugar distinto del domicilio, cabe la huida del lugar, en el caso del domicilio, la gran mayor parte de la población ni puede o, simplemente, no quiere cambiarse de domicilio, sino que cese el ruido o descienda hasta los límites admisibles. 

 

Fuente:  LA INVASIÓN DEL DOMICILIO POR RUIDOS

 



Comentarios

  1. Buenas noches; son las 3:13 de la madrugada y no puedo dormir a causa de la invasión de ruido en mi domicilio procedente de un pub de ocio nocturno. Todo ello a pesar de que tengo prescrito por un médico diazepan diario (mañana y noche) además de un antidepresivo y he sido remitido a salud mental. Yo soy uno de esos a los que responden desde el Ayuntamiento que "si lo necesitas llames a la policía" y esta no aparece nunca. Hemos decidido contratar a un abogado para intentar dar solución al problema, y ya está moviendo cosas. Estamos dispuestos a llegar a Europa si hace falta porque gracias a Dios el dinero lo tenemos para ello. Nuestro derecho al descanso y nuestro derecho a la salud tiene que estar por encima del derecho al ocio nocturno. También hemos conseguido que desde la comunidad (la lleva un administrador de fincas) hayan realizado también una instancia al Ayuntamiento, así como otros vecinos cercanos también afectados. Pero lo que más duele desde luego es la inacción del propio Ayuntamiento que pretende sacar una nueva ley tan absurda y poco protectora como la anterior. Veremos en qué queda todo...

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